El informe de gestión es un documento que acompaña a las cuentas anuales y que tiene un objetivo muy concreto: explicar con palabras lo que los números no cuentan.
Mientras el balance o la cuenta de resultados muestran cifras, el informe de gestión narra la historia del ejercicio: qué ha pasado, cómo ha evolucionado la empresa, qué decisiones se han tomado y qué perspectivas hay para el futuro.
En otras palabras, es el “contexto” detrás de los datos contables. Si las cuentas anuales son el qué, el informe de gestión es el por qué y el cómo.
Aquí viene lo importante: no todas las empresas están obligadas a elaborar un informe de gestión.
La norma general dice que:
✅ Las sociedades anónimas (S.A.) deben presentarlo siempre.
✅ Las sociedades limitadas (S.L.) solo lo tienen que hacer si NO pueden formular balance abreviado.
Y entonces… ¿qué significa eso de “balance abreviado”?
Significa que si durante dos ejercicios consecutivos tu empresa cumple al menos dos de estas tres condiciones, te libras del informe de gestión:
Total del activo ≤ 4.000.000 €
Importe neto de la cifra de negocios ≤ 8.000.000 €
Número medio de trabajadores ≤ 50
Si estás por debajo de esos límites → NO estás obligado.
Si los superas → SÍ lo estás.
Ojo: si perteneces a un grupo de empresas, si hay valores admitidos a cotización o si gestionas participaciones significativas, hay más obligaciones específicas. En esos casos, mejor revisarlo con un profesional.
Aquí viene el consejo de asesoría que nadie te da: aunque no estés obligado, hacer un informe de gestión puede ser un arma estratégica.
¿Por qué? Por varias razones:
Visión clara del negocio: te obliga a mirar el año con perspectiva, entender tendencias, decisiones clave y áreas de mejora.
Mejor imagen frente a bancos e inversores: demuestra profesionalidad y transparencia, algo muy valorado cuando se solicita financiación.
Útil en operaciones societarias: fusiones, adquisiciones, entrada de socios… contar con un informe de gestión bien hecho facilita cualquier proceso.
Herramienta para el futuro: muchas empresas lo utilizan como punto de partida para su plan estratégico del año siguiente.
En definitiva, no se trata solo de cumplir con una obligación contable, sino de convertir un trámite en una ventaja competitiva.
La ley marca un contenido mínimo que conviene respetar, aunque siempre se puede ampliar según el sector o el tamaño de la empresa.
En general, el informe debe hablar de:
Evolución del negocio: cómo ha sido el año, resultados relevantes y factores que han influido en ellos.
Situación actual: posición financiera, estructura de la empresa y principales cambios.
Perspectivas de futuro: previsiones razonables sobre la evolución del negocio.
Riesgos e incertidumbres: riesgos financieros, de mercado, legales, etc.
Información no financiera (si aplica): aspectos medioambientales, sociales o de gobierno corporativo, especialmente en empresas de cierto tamaño.
El informe de gestión no siempre es obligatorio, pero cuando lo es, ignorar su presentación puede acarrear sanciones y problemas legales.
Aunque no sea exigido, elaborarlo demuestra madurez empresarial y puede convertirse en un documento clave para crecer, conseguir financiación o atraer socios.
No lo veas como un trámite: piénsalo como el “manual de instrucciones” de tu negocio para ti, para tus socios y para cualquier tercero que quiera entenderlo.